lunes, 12 de noviembre de 2012

Callejón de poemas III


Desamparo
con lámpara de aceite
quitamanchas y catástrofe
mi silla de anea vencida y cocida un trasto.

Posible
está dentro de lo imposible
podría no ser,  puede ser
!pues a derribar murales y cabeceras¡

Mis monólogos hieren
no sé como
e  inventé una conciencia
de cobarde consuelo.

El esencialista se fue por las ramas
con hambre
quiso oler la flor
que solo crece en un lugar recóndito.

En la jungla del borrador
no repartí doscientas cuarenta banderas
no supe darlas
afectado por un agudo dolor de una insignia que no quiero.

Sin resquicio de escape
el sacapuntas de penínsulas
y el celta corto con cuchilla
fui yo solo

Me vendí cada día
por todo, desde el desayuno
despotriqué por tantas cosas,
pero sé donde está lo que quiero.

Al retazo de la vida, al remiendo
le  gustan las luces
del crucero de alegría
y solo las ve de lejos.

Se apagan las linternas
y amanece,
te ocultas en la luz que no te importa,
nadie sabe.

Basta ya,
se me pincha el sol y el último punto de la luna decreciente
quité el tapón del océano y me inundó el vacío,
se secó la boca

La sed me abrasa
si no puedo mirar el agua cristalina
la sien a martillazos
me siento tan mal.

Es de esos días
que uno quisiera hacerse el harakiri
subir desangrando a la montaña
y después volar al suelo sin manchar a nadie.

¿Tú no escribes poemas de amor?
te equivocas,
todos,
son todos.

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