sábado, 26 de febrero de 2011

En un parque de Edimburgo


Por decir de la gente y sus matices aparentes,
me cargué de interrogantes nada más verle…
Le descubrí envuelto en harapos con mirada pensativa,
absorto en su mundo de caminar lento, no sé si por la edad
¿quizás si se afeitase…?
¿…seguiría entre andrajo herido por una historia de eventos inquietantes?
o ¿fue sólo cotidianeidad simple?,
nada que alegar.
Pudiera pensar que hubo causas de amor para su estado de desgarro,
y roto el corazón, ¿lo dejó todo…?
o tal vez fue el director general de esto o aquello, que hoy abandera colgajos
¿por hastío de una vida acomodada…?
¿sería feliz a pesar de…? ¡qué más da¡
De remiendo y descosido trapo, a asignarle una etiqueta, sólo un paso.
¿Fue que me quedé en lo guiñapo para afirmar su otredad?
y le abduje en solidez de imaginario que aboca al orden, herencia de lo culto.
Lo cierto es que estaba allí, él pasó a mi lado, le miré, me sorprendí,
y me invadieron sentimientos de…
no sé muy bien qué, ni pena ni gloria,
sólo una historia subrayada en jirón.
¿por qué no sólo una historia…?