Si piensas que ir a la India
con niños pequeños es
complicado
y se lo explicas,
llega el día en que vuela
con lo justo y la mochila
al Ganges,
a mezclar orillas
recorrer callejas,
santuarios, miserias
oler los aromas picantes
dormir donde duermen, la
cocina ajena
aceptar comitivas
que le invita a contemplar
como se agota la madera y el
cuerpo en ceniza,
compartir respetos.
No temas si después
hay más oriente,
el sur las medinas,
porque en cada retorno
la libertad es más libre
y el abrazo más fuerte.
Si dices complicado,
la razón del hijo
despierta más lejos
su flecha del arco.
Si ahora, cuando vas al
pueblo
que está aquí a dos pasos,
te dice ten cuidadito
sentirás que su corazón está
contigo.
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