Emergen violetas, amarillos y
naranjas
en la finísima lluvia
que atraviesa la luz de la
farola
madrugada
se arroja a la calle el
buscador de ojos
alineando su mirada, perdida
sin punto de fuga,
cuando está cansado
se recoge,
saca una varita de sándalo en
la alcoba
respira profundo antes de encenderla,
el delicado sitar se inspira
inunda los sentidos con el
raga
y se estremece todo el vello,
el tacto entero envuelto
en ráfagas
su cuerpo espera.
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