Quien ni aura, ni embalsama, ni
gasta en perfume
regala a los próximos
Con condición de que sean objetos
usados en tarea pasada
cuestión de aligerar caja que
alegró alguna historia
y claúsula de envoltura en
fiambrera
recordatorio de micro continente
hambriento y derivas macro precarias
Nada más lejos de un catálogo
Al pediatra, algo de geólogo
decrecentista, lo más parecido a un niño.
Dos puntas de flecha al
veterinario, quien mejor comprende innecesarias heridas.
A matemático un tangram que no
oculta la verdad o la intención en malicioso.
Mujer de piedra blanca
descubriendo a la ignorada África para la profesora de Lengua.
A la medioambiental un juego de
encajar bolitas sobre el beso de Munch, mucha espontaneidad.
Rosa del desierto a la que vas a
su casa y zoológico, entiende de no haya gato abandonado.
Al informático otro juego de
bolitas sobre fauna de agua, ya es sabio en volar palomas de paz.
Muñequita rusa a la enfermera que
a veces UVI y otras reivindica y a mitad del camino tiene mellizos.
A la doctora una casita cerámica,
todo balanza, ni un niño sin hogar.
Escriba sentado que es capaz de
apreciar para el empresario informático, dos equilibrios conjugados.
A la hermana un lagrimal romano que
trata humano a quien palos y cárcel, al joven a la anciana.
Quien
decidió colgar la tiza
no va a
contar ahora el uso que dio a los objetos
con entre
tiernos y locos, descabezados o centrados.
Son
secretos que guarda con de primeros
que le
enseñaron la mejor didáctica imaginación
y lección de alas libres.
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