Nació en tiempos de uno
que inauguraba pantanos
y gobernaba por la gracia de
dios.
Por entonces no había poetas
a granel,
estaban los poetas,
luego los churreros de
metafísica
del ser del ente, dios y la
gracia de dios,
algunos se atrevían con la
nada,
los más osados indagaban
miserias a hurtadillas
y había quien tocaba la
muerte,
la de todos con pretensión.
Entre eso, las películas de
drácula y de la momia,
la muerte le pillo justo en
el cambio de dientes.
Muy temprano se ocupó de
vivir
y a la muerte asegura que le guardaba
buena distancia,
que no le gustaba ni en
pintura
prefería el sonido del viento
mirar al cielo con la nube de
boina en la sierra
o la pared del rio iluminada
en tardes con vuelos de golondrinas,
en el Perchel profundo que es
otra historia.
El parvulito con lápiz de
grafito pintaba un cortejo en fila de a dos
un coche de caballo delante
con aquél dentro, la corona y el pitejo.
Se acercó la maestra con
gesto sigiloso que pasó a sorpresa
y regañó la muy ladina
¿qué mal hizo quien no se
quería morir?
era todo un conjuro de
respuesta a dos preguntas
¿quién soy yo? ¿qué hago
aquí?
A la maestra
!rafalito, no se pintan esas
cosas¡
raptó el cuadro y tirón de
orejas,
la reacción fue adversa,
le dio la risa por el fin
y la maestra le marcó huella.
En el devenir de viajes
a lo largo de su efímera
existencia,
se hizo experto en
vislumbrar,
allá a lo lejos, acá a lo
cerca,
sin querer, con cachondeo
pero en respeto,
todos los cementerios
de todas las ciudades,
pueblos, aldeas, villas
y pequeños caprichos de
finados extravagantes,
siempre fue el primero en
decir: allí está, es inconfundible,
al principio lo expresaba con
entusiasmo, sin ilusión
como quien descubre un resto
arqueológico de valor incalculable
al que quería mantener en la
distancia,
después prefirió callar, no
fuese que le tomasen por gafe.
En muchos años la afición
antropológica se esfumó,
pero recientemente afloran
brotes,
no hay nada más informal que
hartarse de reír en un velatorio,
siempre con la venía de los
allegados.
Por favor, cuando la casque
invitad a mis amigos
chistosos,
si estoy por allí prometo
reír a mandíbula cerrada,
disculpad la quietud.
Hasta aquí.
Prometo no escribir más del
tema salvo necesidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario