domingo, 15 de junio de 2014

Tres horas y media y una botella de agua

No se aprende a decir 
para que no escape la naturaleza
y llegar a la mímesis o imaginar
¿es posible el poeta ingenuo?
jajaja
Lee despacio,
aprecia que se impone el sentimiento subjetivo 

Tras el asfalto la senda, terraplenes sin adoquines ni arriates, 
no hay pasos de cebra ni semáforos en rojo, 
ni fuentes de mármol, 
amplia deriva a ritmo ligero, 
esfera negra, verde, azul,
¿quién sabe qué va por dentro?

El gazapo hace sacar sonrisas, 
dan ganas de brincar con él hasta agotarse,  
luego unir la nariz al hociquillo en olisqueo acompasado, 
decirle que huele a campo, romero y espliego,
en el silencio.

Luego el torrente no soez con arcilla marrón y pies mojados 
manda fresquito del extranjero hasta las neuronas, 
le gusta el aprecio del burbujeo, diga lo que diga el salto, 
ah! y no se ve, hay flores cantando al margen sin la savia cortada.

Al caballo de gran respeto en el olivar 
le acerca la mano baja y aproximando
bonito, bonito y resopla
más bonito, bonito y relincha,  
le acepta y le acaricia el morro
agradecen los ojos del caballo

Y sombrilla de hojas verdes en la flor y el fruto del granado 
por la paz de otros ojos que tienen nombres propios.




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